Ejercicio y enfermedades pulmonares

El ejercicio regular mejora la capacidad y función pulmonar, aumenta la resistencia y fuerza muscular, previene la pérdida de masa muscular y ósea, y disminuye la sensación de disnea en personas con enfermedades pulmonares.

Las enfermedades pulmonares son afecciones que afectan la capacidad de los pulmones para realizar su función de intercambio gaseoso, lo que puede llevar a dificultades para respirar y reducir la calidad de vida de las personas. Algunas de las enfermedades pulmonares más comunes incluyen la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el asma, la broncoconstricción, las alergias inducidas por el ejercicio, el enfisema y la fibrosis pulmonar. Estas afecciones pueden ser causadas por una variedad de factores, incluyendo el tabaquismo, la exposición a sustancias químicas y la genética.

El ejercicio físico ha demostrado ser beneficioso para personas con enfermedades pulmonares, ya que puede mejorar la función pulmonar, reducir la sensación de disnea, fortalecer la musculatura periférica y ósea y disminuir el riesgo de desarrollar otras enfermedades comórbidas, como las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, es importante que las personas con enfermedades pulmonares consulten con su médico antes de comenzar cualquier programa de ejercicio, puesto que pueden requerir ajustes específicos para sus necesidades individuales.

Nuestro equipo te ayudará a establecer metas realistas y proporcionar aliento y apoyo para que alcances tus objetivos y mejores tu calidad de vida. Hoy en día, muchas patologías pulmonares no sólo son compatibles con el ejercicio físico individualizado, sino que además, seguir una planificación deportiva a medida ayuda a mejorar la sintomatología y el bienestar general.

Beneficios del ejercicio físico individualizado para personas con enfermedades pulmonares

La realización de ejercicio físico regular tiene una serie de beneficios en personas que padecen enfermedades pulmonares. En muchos casos, los ejercicios y la intensidad adecuada pueden mejoran la capacidad pulmonar, reducen la fatiga, aumentan la fuerza muscular y disminuyen la sensación de disnea. Además, la práctica regular de actividad física también reduce el riesgo de desarrollar otras enfermedades inflamatorias y cardiovasculares.

A continuación, veremos algunos de los principales beneficios del ejercicio físico en personas con enfermedades pulmonares:

Mejora la función pulmonar:

El ejercicio aeróbico aumenta la capacidad de los pulmones para absorber oxígeno. Fortalecer los músculos respiratorios (como el diafragma) facilita la respiración durante las actividades diarias y permite un mejor funcionamiento de la caja torácica. Además, refuerza la capacidad del organismo para transportar oxígeno y la función metabólica de tus mitocondrias para absorberlo y producir energía.

Disminuye la sensación de disnea:

Mejorar la función pulmonar, vascular y metabólica del cuerpo permite reducir la sensación de falta de aire y realizar las actividades diarias con menor esfuerzo.

Fortalece la musculatura periférica y ósea:

La práctica de ejercicio supervisado también incrementa la masa muscular y estimula los huesos, ganando fuerza y reduciendo la fatiga. Se trata de factores clave a medida que envejecemos, pues con la edad la pérdida muscular y la debilidad ósea son factores desencadenantes de otras enfermedades.

Disminuye el riesgo de desarrollar comorbilidades:

El ejercicio regular puede disminuir el riesgo de contraer enfermedades de carácter inflamatorio como obesidad, cáncer, dislipidemia o diabetes, mejorando la sensibilidad a la insulina y el control de la glucemia. Además, la actividad física también disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, que son comórbidas en personas con enfermedades pulmonares.

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